Existe la idea errónea de que cuando el sujeto es largo debe separarse del predicado mediante coma.
Selecciono al azar los dos siguientes ejemplos de un texto por lo demás correcto, escrito por un periodista independiente cubano, en los que evidentemente sobra la coma:
1) Ese socialismo que él jura amar de corazón, puede aplastarlo en minutos.
2) Atreverse a confirmar que el renombrado politólogo continuará tirándole dardos al problema de la corrupción con la misma energía, es demasiado arriesgado.
Podrá argumentarse que en el segundo ejemplo el sujeto es demasiado largo y el empleo de la coma ayuda al lector. Razón de más. Siempre que una coma sea opinable es preferible suprimirla, a no ser en el caso extremo de que ello acarree ambigüedad. Ninguna regla debe ir contra la comprensión del texto.
Cabe además, como solución, la reformulación de la oración mediante la inversión sintáctica:
Es demasiado arriesgado atreverse a confirmar que el renombrado politólogo continuará tirándole dardos al problema de la corrupción con la misma energía.
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